En nuestra ciudad existe un tipo de manifestaciones cuyas características conforman lo que denominaremos de ahora en adelante, cultura “mermelada”. Esta se expresa cotidianamente como obstáculo y freno de la labora creadora.
Existe una manera de ser y de pensar “mermelada”, una literatura “mermelada”, un teatro “mermelada”, una pintura “mermelada”, etc., y quienes actúan en cada uno de esos planos lo hacen siempre con el mismo criterio: utilizando fórmulas y esquemas convencionales, tratando en lo posible de “oficializarse”, contando para ello, con la complicidad de entidades seudo-culturales y de cierto público que alienta y aplaude todo lo que se produce para su halago y evita encontrarse con obras que conmuevan sus prejuicios o le produzcan emociones profundas. La emoción “mermelada” es falsa, superficial, almibarada y sólo alcanza el escaso nivel del sentimentalismo.
Nos encontramos en la tarea de analizar y denunciar este permanente complot contra la creación, haciéndolo a partir de la plástica y de sus epifenómenos que es lo que nos preocupa en forma directa.