En verdad esta obra, expuesta inicialmente en Londres, debió llamarse La noche de San Juan. Consistía en media docena de cráneos de caballo montados sobre una estructura cubierta de arpillera, en la que se prendían estampitas, amuletos, exvotos relativos a una piedad popular sudamericana: tenía que ser, según relato del autor, una suerte de “Jesucristo de los pobres”, en contradicción con la cultura inglesa. Inconsultamente Glusberg decide cambiarla por completo; desecha los materiales pobres y reviste las estructuras de seda salvaje negra, llamando a la instalación Las alegres comadres de Windsor. Con este cambio contradice la propuesta de Pazos y la inscribe en un discurso relativo a la cultura europea.