La parte dedicada a Lugones proyecta la imagen del escritor sobre una urna con un nido de hornero, completada con elementos de fauna autóctona. Lugones fue el poeta clave de la Argentina del Primer Centenario, el intelectual “funcional” al poder político que, a través de libros como La guerra gaucha construyó patrones de identidad nacional; luego con una serie de celebradas conferencias –publicadas bajo el título El payador–, en 1913 consagró al Martín Fierro como el gran poema de la argentinidad, una suerte de “Iliada criolla”. Por tanto el nido y los otros objetos naturales funcionan como claves de lectura en el sentido del armado de estos íconos de nacionalidad. El suicidio de Lugones se debió a motivos de índole pasional y desequilibrio mental.
La otra instalación o parte está dedicada a autores más populares, muy conocidos pero situados en los márgenes de la cultura oficial, y cuyos suicidios se relacionaron con el padecimiento de enfermedades incurables en estadio avanzado. La obra redobla sus imágenes: están los retratos, dibujos realizados por Benedit, y pegados “descuidadamente” con trozos de cinta negra, sobre los que se proyectan sus fotografías: como si el artista quisiera señalar que la obra apenas puede acercarse a ellos, arañar la superficie de una profundidad que lo excede y se le superpone.