Nuevas invasiones de tiempo, espacio y otras secuencias narrativas se encuentran en Crónica policial (1967). Aquí se reelabora el modo narrativo episódico de los primitivos, aquel que los renacentistas resolvieron en la condensación del tema significante en una composición unitaria. Crónica policial tuvo su origen en la reproducción periodística de una telefoto y la misma imperfección del impreso fue factor sugestivo que el artista aprovechó libremente. La huida –del horror que no conoce el espectador– está significada por la decidida diagonal del cuerpo cuyo dinamismo se acentúa por el plano desplazado. Remarca el efecto realzando los contornos, con un semiplano que vincula las tres zonas que conforman la composición.

En contraste con el detallado relieve de la figura protagonista, el grupo de la izquierda es tratado sintéticamente: meros coreutas resueltos en contrastes tonales.

El absurdo apunta detalles cotidianos que acentúan el pánico: un pie descalzo que se hunde en el agua mientras el otro, calzado y con calcetines rayados, da ribetes de horror a la propuesta.