sugerencia que apremia las facultades visionarias del espectador. Cabe suponer que su densidad reside justamente en la tensión que une estas dos dimensiones aparentemente antitéticas: la nítida precisión de las formas y el halo de una fuerza expresiva indefinida o más bien indefinible que las deja en disponibilidad para integrarse en variados mundos imaginarios. Lo que vemos es, en general, una severa estructura [...] que subtiende el contorno de los objetos y una exhibición casi molecular de las diversas texturas de la materia. Lo que entrevemos es la ubicuidad de una ausencia primordial que empapa con su potencialidad semántica todos los grafos de las luces y de las sombras, las muchas fases del blanco, del negro y del gris. El impecable trazado de las rectas y las curvas choca y se funde con la emanación informe de un vacío que reclama la participación imaginaria y emocional del espectador para definir su sentido. Se trata de
filtrar la imprecisión de vagas nostalgias o de presagios inciertos en la escueta precisión formal de la geometría de la luz.
La esencia de este lenguaje consiste en una singular aptitud para calzar en el discurso claro y distinto de las formas los efectos nebulosos de su apertura imaginaria. [...] aquello que sobresale puede ser desplazado, de pronto, por un detalle de segundo plano; una luz termina por convertirse en sombra y abismarse en el pozo insondable de la oscuridad, en el corazón de las tinieblas. La polivalencia del silencio y del vacío en sus fotos, las resonancias de un tema mil veces reproducido -en los sitios abandonados, las calles desiertas, las casas destruidas o deshabitadas, las puertas clausuradas- han de conectarse, expresivamente, con la variedad de los retratos que, bien mirados, siempre reconducen al clima peculiar de aquel silencio que vuelve ostensible