Quien circula por sus imágenes encuentra nuevas arquitecturas, quizás imaginarias, mudos testimonios incorporados en espacios metafísicos. El observador frente a una obra de arte, frente a su obra de arte, siente la tentación de preguntarse ¿cómo encuentra el artista esas imágenes? ¿De qué profundidades surgen esas visiones desnudas o pobladas, en penumbras o iluminadas, sencillas, perturbadas o arrancadas del tiempo? Humberto nos responde con la misma precisión con la que dispara su cámara: “Cuando busco un tipo de imagen relacionada con el paisaje, comienzo por recorrer varias veces y a diferentes
horas del día y de la noche el lugar hasta que mi instinto me lleva a sentir cual es la imagen que deseo realizar. Que será dentro de mi repertorio habitual, ya que un artista no puede escapar de sus obsesiones, las que desencadena el lugar que recorro. Puede ser el silencio, puede ser la ausencia, puede ser el paso del tiempo, lo cierto es que transito por el mundo de mis emociones a través del espacio recorrido hasta que algo poderoso me detiene justamente ante una imagen, la que se ajusta a un deseo, la que descubre mi instinto, nunca se trata de algo formal ni racional, siempre será algo ligado a la poesía, a lo inexplicable.” [...]