sobre cómo debe tratarse hoy un tema tan clásico. Cuando fotografía ruinas, Humberto Rivas es consciente de estar ante paisajes, en su visión postromántica, pero al añadirle intención e implicación no sólo estética, al añadirle sentido de la historia, su visión es socialmente comprometida y firmemente contemporánea.
Confiesa que en las fotografías de ciudades busca representar el Buenos Aires de su infancia, su particular tiempo perdido. Tal vez por ello, sus fotografías de edificios resumen y evocan su historia y la de quienes los habitaron, como si se tratase del argumento de una novela
de Manuel Mújica Láinez. Los paisajes que le atraen están hechos de tierra y agua, los edificios [...] parecen humanos en su severidad, en su altivez, en su cansancio, en su agotamiento. [...]
[...] Rivas persigue la fotografía: la llama, la corteja. [...]. No existe encuentro azaroso sino lenta y minuciosa búsqueda. Sus fotografías son inabarcables: viajes en y con el tiempo. Ante ellas, un gesto resulta inevitable: acercarse y ajustar la vista [...], acostumbrar la mirada. Porque [...] dan en función del tiempo que les dediquemos. Y conviene no tener ninguna prisa.