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Juan Del Prete había comenzado a trabajar en la abstracción en París en contacto con Torres García, Magnelli y Hans Arp, entre otros. Adoptó este lenguaje para desarrollar la máxima sensibilidad con la mayor libertad posible. En 1932 integró el grupo Abstraction- Création: Art non-figuratif, en el que militaban veteranos del arte abstracto como Kupka, Mondrian, Sophie Taeuber-Arp, Sonia Delaunay, Van Doesburg, Vantongerloo, Herbin o Schwitters, y representantes de la nueva generación como Max Bill, Calder, Barbara Hepworth, Nicholson y el mismo Del Prete. Expuso con ellos, publicó su trabajo en el 2° número de la revista de la agrupación y enseguida tuvo que volverse, porque el dinero se había acabado. En la Argentina su destino fue de profeta y, como tal, de soledad y resistencia, cuando no de escarnio. Cfr. Yente, “Lo realizado y lo destruido en la obra de Del Prete”, en Obra destruida de Del Prete, Buenos Aires, Ed. Del artista, 1971, pp. 8-9.