Miguel Harte
(Buenos Aires, 1961)
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Miguel Harte
Un panorama del siglo XX
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Miguel Patricio Harte nace en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1961. Es hijo de Alicia Raffo y de Ronaldo Santiago Harte, el segundo de los que serían seis hermanos.
Los fascículos de la colección La Pinacoteca de los Genios que espiaba a escondidas, atraído por los desnudos y las situaciones eróticas en las imágenes que aún no reconocía como pinturas, son uno de sus primeros contactos con el arte. Conserva memoria de El Martirio de San Sebastián de Andrea Mantegna, El Jardín de las Delicias de El Bosco, Alegoría de la primavera de Boticcelli, como algunas de las obras que tempranamente lo deslumbraron.
Notando su creciente interés por el dibujo, su madre lo estimula regalándole lápices de colores y distintos materiales. Por esta época Miguel visita frecuentemente a su abuela paterna –pintora copista–, que le enseña a dibujar. Juntos frecuentan la cercana estación de Villa Devoto donde Miguel ensayaba trenes “en perspectiva y con efectos de velocidad”, según recuerda.
Hacia fines de los ‘60, junto al poeta surrealista Julio Llinás, su padre abre la galería de arte Vignes, en Buenos Aires. Ubicada en la calle Florida casi esquina Corrientes, dio cabida a algunos de los inicios de las experiencias conceptuales en la Argentina. Allí expusieron Antonio Berni, Federico Manuel Peralta Ramos, Oscar Bony, Emilio Renart, Ricardo Carreira y Pablo Suárez, entre muchos otros. La proximidad del arte contemporáneo local, las obras con las que convivía, las conversaciones e intereses comunes de su entorno, son determinantes en su formación.
Al cumplir ocho años, su familia se instala en Mar del Plata, donde su padre junto a Suárez y al escritor Antonio Dal Masseto, entre otros, arman el llamado Drugstore Naranjas, un bar emblemático de la época que permanecería activo algunos años. Comienza a pintar sobre papel.
En su primera habitación privada, se revela su obsesión por el orden, que luego trasladaría a su obra, en el cuidado de los detalles. “Ordenaba mis cosas como para una exhibición, como en una vidriera, con separaciones simétricas entre juguete y juguete”.
Hacia 1974 la familia se traslada a Villa General Belgrano, Córdoba. Es allí donde tiene sus primeras experiencias con óleos y pinturas. En una de sus telas, un insecto queda atrapado y Miguel decide dejarlo como parte del trabajo. Muchos años después, esta obra se convertiría en un antecedente de muchas otras, por la modalidad de inclusión de insectos. Por esa época es donde descubre su condición de daltónico, dificultad que asumiría mucho más tarde.
A los catorce años abandona el colegio para acompañar a su padre, quién inicia un emprendimiento forestal en las sierras grandes de Córdoba; otro proyecto junto a Pablo Suárez.
De regreso a Buenos Aires, hacia 1977, retoma los estudios. Suárez se convierte en un referente por sus actitudes y carácter ético e ideológico en relación al mundo del arte. Lo introduce en la obra de artistas como Fortunato Lacámera, Antonio Berni y Florencio Molina Campos. Trabajan juntos como marqueros en el mismo edificio donde tenían sus talleres, entre otros, Alberto Heredia, Víctor Grippo y Emilio Renart, con quienes compartía reuniones y sobremesas. Trata de comenzar un taller de pintura, pero abandona el primer día. Próximo a cumplir dieciséis años, decidido a continuar con la actividad artística, deja definitivamente los estudios.
Alrededor de 1979 la familia Harte vuelve a Córdoba. Refaccionan y atienden una discoteca. Miguel participa pintando murales y por las noches oficia de disk-jockey.
En 1981, después de cumplir con el servicio militar obligatorio, realiza un viaje a Brasil para visitar a parte de su familia, que se había instalado allí. Permanece dos años en Buzios. Trabaja en el bar de una posada, también realiza retratos por encargo y ocasionalmente vende algunos paisajes. Es la etapa de sus pinturas realistas.
Pasa los próximos cinco años en Río de Janeiro, donde conoce al crítico brasileño Marc Berkowitz que lo invita a exponer. En un brusco cambio de rumbo, Harte propone presentar obras de carácter expresionista, completamente distintas a las que habían motivado la invitación. Berkowitz accede, pero se niega a realizar el texto del catálogo, obligándolo a escribir un tímido autotexto. Realiza así su primera exhibición individual en la Galería Contemporánea de Río de Janeiro. Sin embargo, paralelamente, había elaborado obras sobre cajas de cartón, bolsas de papel madera y otros materiales de embalaje. Estas producciones le parecían “más atractivas y jugadas” que aquellas que presentara en dicha exposición, pero aún hoy reconoce no haberse atrevido a mostrarlas.
Participa del proyecto “Passa na Praça” que realiza intervenciones urbanas en algunas facultades, vía pública, bares y pasacalles.
Entre los años 1984 y 1987, hace frecuentes visitas a Buenos Aires en las cuales permanece dos o tres meses cada vez. En esos períodos comparte taller con Suárez y Gustavo Marrone. Este último, José Garófalo, Sergio Avello, De Ilzarbe, Martín Reyna, son algunos de los artistas con quienes integra la agrupación Los Últimos, que se presenta en espacios alternativos como La Zona. Allí muestra pequeños cuadros al óleo “entre grotescos e intimistas” en los que reconoce la influencia de Suárez, que posteriormente se irá haciendo menos explícita.
En 1986 expone individualmente en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, Colombia. Allí presenta grandes papeles, dibujos de tendencia expresionista.
Al año siguiente, a causa de las dudas que le ocasionan sus imágenes, abandona momentáneamente la actividad. Sin embargo pronto retorna al trabajo y dibuja sobre papeles de color. Reduce el tamaño de las piezas, pega fragmentos de papeles brillantes, realiza collages, agrega detalles que toman corporeidad.
Regresa a Buenos Aires en 1988. Sin proponérselo comienza a construir una imagen que, con el tiempo, considerará como la base de su etapa profesional. Realiza los primeros intentos concientes para direccionar la mirada del espectador. De este momento es San Jorge y el Dragón, díptico que comenzará en Río de Janeiro y que concluye en Buenos Aires. En él y en otras obras de la época aparecen objetos incorporados a la composición, inclusiones que van a constituir una particularidad definida en sus trabajos, que persistirá a lo largo del tiempo. Por esta época comienza a utilizar telgopor entelado y papel maché, alejándose de la noción tradicional de cuadro. Además realiza pequeños objetos que actúan de manera independiente.
Exhibe, junto a Gustavo Marrone y Cristina Schiavi en el Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires (actual Centro Cultural Recoleta), imágenes primitivas emparentadas con la estética del Pop. Luego presenta en la misma institución la instalación Pizzería Harte.
En 1989, junto a Vandam, Fontanet y Vila participa en ¡Arrojados al vacío!, realizada en “El Rojas”, donde presenta obras que emplean materiales cotidianos, laminados plásticos tipo “fórmica”, “contact”, y otros elementos no comúnmente relacionados a la práctica artística. Sus obras son de apariencia “fría” y pulcra. En esta época también aparecen más frecuentemente distintas formas de autorretrato.
Inicia su amistad con Marcelo Pombo, con quien comparte los comienzos de su carrera.
En diciembre se realiza la primera muestra del trío “Harte, Pombo, Suárez” en la galería del Centro Cultural Ricardo Rojas. Esta conjunción, que se repetiría en cuatro ocasiones en distintos lugares de exhibición, sería considerada por muchos como paradigmática del arte de los noventa.
En esta etapa también emplea distintos tipos de huevos y cáscaras como material para sus obras.
Junto a Fernando Fagnani funda “La Compañía de Pintores”, alternativa que se mantendrá como fuente de ingresos por varios años. Durante los trabajos que emprenden, Harte toma contacto con comercios dedicados a la pintura industrial y a los revestimientos decorativos.
En 1991 contrata como ayudante a Sebastián Gordín para preparar la muestra que realizaría en el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI). Traban amistad. Sus trabajos en fórmica se “minimalizan”, pero remarca la carga emotiva por medio de pequeños detalles, agrega a las superficies lisas y límpidas, luces y pequeñas gotas transparentes, semejantes a lágrimas.
Recibe el Premio Barón de Ramefort al “Artista más promisorio de 1990”. Pasea por Europa y visita también Nueva York.
Durante 1992, por el mal uso del soplete, derrama esmalte sintético Martilux, pintura habitualmente usada para superficies metálicas. Este hecho accidental le permite descubrir las superficies nacaradas y las formas azarosas del derramado, que le sugieren imágenes tanto orgánicas como industriales. Experimenta con esta pintura que usará como fondo de muchas obras. En estos trabajos, predominan los colores metalizados y verdosos-turquesa. Casi todos tienen inclusiones con distintas escenas en las que muchas veces aparecen variadas formas de autorretrato. Hace uso de este esmalte largo tiempo y retorna a él cada vez que su evolución lo reclama.
A partir de 1993 empieza a utilizar, encerrados en resina poliéster, insectos reales o fragmentos de ellos. Este tipo de práctica ocupa cada vez más espacio en su obra. A medida que este interés se vuelve creciente, se relaciona con entomólogos que lo instruyen en la colecta y conservación de libélulas y otros insectos.
Hacia 1994 su obra se vuelve más elaborada y tarda meses en finalizar cada trabajo, hecho que resulta en una disminución de su producción. Realiza un juego de ajedrez con el que se enfrenta en largas partidas a su amigo Claudio Baroni. Este juego será utilizado en un torneo magistral organizado en la Fundación Banco Patricios.
Paralelamente comienza una sociedad con Gordín. Juntos, como medio de vida, realizan variadas actividades laborales: pinturas decorativas, vidrieras y otros trabajos para publicidad y cine.
En los años siguientes el coleccionista Gustavo Bruzzone, por medio de diversos canjes, rescata algunas obras de Harte, que se encontraban en pleno proceso de deterioro en el taller del artista. Es así que se preserva el origen de su etapa profesional. Inician una amistad y viajan juntos a Estados Unidos y Europa. Visitan a Sebastián Gordín, que por entonces inauguraba una muestra en un idílico caserío ubicado en el sur de Francia.
Luego de varios años, en 1997, sus padres se instalan nuevamente en Buenos Aires. En esta época comienza su relación con Guadalupe Fernández, a quién piropeaba y “miraba de lejos” desde hacía largo tiempo. También artista plástica, Miguel respeta mucho su trabajo al que considera “de gran personalidad, mundo propio y extraño encanto”.
En la muestra individual de 1998, en la Galería Ruth Benzacar, sus mundos microscópicos emergen, ganando en escala y profundizando su entorno ficcional. Aparecen seres alados protegidos por esferas de cristal, mares de mercurio, árboles nacarados. Crea faunas, floras y humanoides, reproduce insólitos órganos sexuales. Se hacen reconocibles ciertas características de una obra cada vez más particular e inclasificable.
Comienza a convivir con Guadalupe. Al año siguiente, el 14 de febrero, nace su hijo Gaspar. A partir de este momento son frecuentes en su trabajo las citaciones a su núcleo familiar. Surgen pistas con automóviles con sus nombres propios y familias de animales poco reconocibles cuyos vástagos asustados se cobijan en árboles nacarados, propios del mundo de los sueños.
Su obra Accidente doméstico obtiene el Primer Premio de Escultura del Salón Fortabat, organizado en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.
Entre 2000 y 2001 produce poco dedicándose al gran formato. Los detalles de su obra anterior ahora aumentan de tamaño, al punto de ocupar casi la totalidad de las superficies. Abandona de a poco los mundos atrapados en burbujas.
Después de nueve años muestra nuevamente con Marcelo Pombo y Pablo Suárez, esta vez en la galería Ruth Benzacar, en lo que sería la última versión del trío.
Con su hermana Alejandra, que es paisajista, proyecta trabajos con crasas y cáctus.
Produce casi exclusivamente obra escultórica. Recibe una mención por la cual una de sus esculturas será emplazada en la vía pública, en el boulevard Azucena Villaflor de Puerto Madero.
Comienza a preparar su exhibición antológica para el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, que se abre en 2003 con el título de Miguel Harte en el Museo Nacional de Bellas Artes. El catálogo cuenta con textos de Jorge Glusberg, David Elliot, y Pablo Suárez.
Sus padres se establecen en Río de Janeiro. Contrae matrimonio con Guadalupe Fernández. Al año siguiente, el 14 de abril de 2004 nace Violeta, segundo hijo de la pareja.
Para la exhibición individual que realiza en  la Galería Fernando Pradilla de Madrid, en 2005, Harte piensa, en principio, presentar esculturas, relacionadas con la serie El dominador cuya figura es nuevamente un autorretrato. A pocos meses de la inauguración decide, sin embargo, que mostrará obras de pared y sólo algunos objetos escultóricos, dejando inconclusas aquellos trabajos en los que pensara inicialmente.
Convocado por Laura Batkis para el ciclo El artista como curador, presenta Mundo Harte en el Centro Cultural General San Martín de Buenos Aires. Expone junto a Pablo Suárez –al mismo tiempo pero en distintas salas–. Sería la última muestra en vida del artista que fuera tan importante en su desarollo.
Este año los entomólogos de la Universidad de la Plata, J. Muzón y F. Lozano describen y nombran un odonato (libélula) ecuatoriano llamándolo en homenaje a Harte, Acanthagrión Hartei, registrado en la USNM para el Smithsonian National Museum of Natural History de Washington.
En abril de 2006 fallece Pablo Suárez, con quién compartiera intensamente sus últimos meses de vida. En mayo, también muere su madre, Alicia Raffo, persona especial a quienes muchos amaban profundamente.
Es una etapa de poca producción. Recién en el mes de octubre, tras una invitación de Alberto Passolini exhibe con él y Alfredo Prior en el Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA). Los artistas se autonombran Jet Lag Trío e intervienen las vidrieras de dicho espacio. Harte elabora un viejo proyecto: una serie de objetos “tocables” (la intención es que quepan en la mano), que parezcan ser desprendimientos de obras mayores.
Desde entonces retoma el trabajo. Continúa produciendo casi exclusivamente obra escultórica, generalmente de gran formato. Paralelamente realiza dibujos, una modalidad de trabajo que no transitaba desde hacía muchos años.
Vive y trabaja en Buenos Aires, alterna entre su casa de Almagro y su taller de la zona de Barracas.