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La obra “…consistió, como recordara su Rosa de Dujovny, en un rayo láser de color rojo que danzaba al ritmo de la música generando sugerentes imágenes suspendidas en la oscuridad. La música grabada salía por un parlante, cuya vibración, conectado a uno de los espejos del rayo, generaba el movimiento del haz de luz que, al atravesar un disco formado por vidrios de diferentes calidades provocaban reflexiones, las cuales se traducían en figuras y cuerpos representados sobre una pantalla, con cualidades y “gestos” singulares en constante transformación. Con esta ambientación desmaterializa el carácter objetual de la obra e integra los elementos lumínicos-sonoros en movimiento real.” Cecilia Irazusta, “Gregorio Dujovny: el arte cinético como una representación del arte moderno”, en Avances, N° 17, Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, 2009-2010, p. 96.
 
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