Liliana Maresca
(Avellaneda, Prov. de Buenos Aires, 1951 - Buenos Aires, 1994)
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Liliana Maresca
Un panorama del siglo XX
Arte de acción
Liliana Maresca
 
Nace en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, en 1951. Cursa estudios en la Escuela Nacional de Cerámica. Toma clases de pintura con Renato Benedetti, de dibujo con Miguel Angel Bengochea y de escultura con Emilio Renart. Sus primeras apariciones públicas datan de 1983 cuando interviene en una exposición colectiva en el Estudio Giesso y poco tiempo después presenta su primera muestra individual en la revista El Porteño. Al año siguiente participa en Kriptonita verde, preparada por el Museo Juan Carlos Gastagnino de Mar del Plata. De temperamento poco convencional elige espacios atípicos para sus realizaciones. En 1985 despliega Una bufanda para la ciudad de Buenos Aires, performace que presenta en la calle Florida. Ese mismo año organiza en un lavadero automático ubicado en la calle Bartolomé Mitre, una muestra colectiva que titula Lavarte. Dentro de esta tónica exhibiría en la Facultad de Filosofía y Letras durante 1991, Ouróboros, un objeto compuesto por libros desencuadernados que integran la mítica serpiente que se devora a sí misma. Estos eventos la vinculan al neo-dadaísmo de los '60, cuando el arte, abandonando los templos que le estaban destinados, irrumpía con sus happenings en ámbitos de la vida cotidiana.
Aquella atracción por desviarse de la norma se mantiene cuando confecciona pequeñas formas geométricas realizadas en bronce que, contenidas en una caja de madera, invitan a pensar en el despojamiento del minimal. Ésta y una serie de obras similares integran No todo lo que brilla es oro, muestra que realiza en la galería Adriana Indik en 1989. Otro tanto ocurre cuando emplea construcciones de este tipo, esta vez de grandes proporciones, para la instalación Ecuación-El Dorado (exposición La conquista, Centro Cultural Recoleta, 1991). Una esfera y un cubo dorados apoyados sobre una pirámide truncada laqueada en rojo, son utilizados para expresar aspectos de la conquista de América. Esfera y cubo representan el oro extraído por los españoles; apoyados sobre el otro término de la ecuación: un lingote de sangre indígena derramada como tributo al saqueo. Un trono de estilo colonial, emblema del poder, y una computadora que suministra datos sobre las poblaciones indígenas, actualizan y a la vez desvirtúan una tendencia que como el minimalismo no aceptaría nunca ser soporte de metáfora alguna. Tanto la exposición La Kermesse. El paraíso de las bestias (Centro Cultural Recoleta, 1986) como La Conquista, fueron eventos multidisciplinarios organizados por Maresca, e involucraron a muchos artistas que sumaron expresiones en un proyecto común.
De 1989 es la instalación Lo que el viento se llevó, muestra con la que se inauguraron las actividades de la Galería del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Allí derruidos esqueletos de muebles de jardín de un paseo del Tigre presentan líricamente la melancolía que ocasiona la conciencia del devenir.
Recolecta (Centro Cultural Recoleta, 1990) es una instalación que tiene como motivo central un carrito de cartonero tomado de la realidad, que le sirve para señalar la marginación social y anticipa en diez años, con la certeza del arte, una problemática aterradora. Sin embargo la transmutación del carrito, desdoblado en otros componentes de la obra, como en un monumento blanco o en pequeñas réplicas de oro y plata, superan la mera denuncia. Allí el arte exhibe su poder de transfiguración que en muchos casos Maresca representa con operaciones rituales o alquímicas.
Poco después, clausurando todo contenido estético hace más evidentes las posibilidades simbólicas del discurso artístico. En la instalación Espacio disponible (Centro Cultural Recoleta, 1992), carteles de publicidad callejera suministran la escueta información de su disponibilidad y su número telefónico. Las fotografías eróticas que le fueran tomadas en 1993 para la revista El libertino, aparecidas bajo el título Maresca se entrega todo destino, tienen un sentido similar, y enlazan la fotoperformance con la noción de múltiple mediático.
Durante este año realiza otra operación donde los medios gráficos de comunicación actúan ya no como soporte sino como motivo. En la instalación Imagen pública - Altas esferas se sirve del archivo gráfico del diario Página 12. Ampliaciones fotográficas de los protagonistas de las noticias argentinas de la última década, ambientaban paredes y techo de una sala del Centro Recoleta, cubierto con estas gigantografías. En el centro de la sala se erigía una especie de altar escalonado en cuya cima un cuenco recibía el goteo incesante de un líquido rojo. Metáfora de la extraña mezcla de tinta y sangre que en nuestra sociedad mediática compone el cuerpo de las noticias, se convierte en tributo pagado a aquellos rostros que adquirieron su notoriedad merced a las peripecias de los ciudadanos. El tono crítico se torna sarcasmo cuando Maresca incluye sobre estas fotografías la imagen de su cuerpo desnudo en postales y afiches-catálogos que acompañaban la muestra.
Fallece en Buenos Aires en 1994 sin poder asistir a la inauguración de Frenesí, exhibición retospectiva de su obra realizada en el Centro Cultural Recoleta.