Nace en Buenos Aires en 1899. Realiza estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes. De origen muy humilde, trabaja como modelo para otros escultores. Alfredo Bigatti, con quien comparte taller, se basa en él para realizar su obra La lucha. Lo alienta a viajar a Francia y con unos pocos fondos reunidos por sus compañeros, embarcado como marinero, parte a Europa en 1925.
En París estudia pormenorizadamente la obra de Rodin y Antoine Bourdelle que lo contrata como modelo para su taller, le imparte enseñanzas sobre escultura y arte en general, que Vitullo valora toda su vida.
Trabaja en las canteras de piedra donde obtiene material para sus obras e ingresa a la Corporación de Tallistas, gremio de origen medieval, donde aprende los secretos técnicos de la talla directa.
Frecuenta a algunos artistas argentinos como Spilimbergo, Butler y Basaldúa y al cantante Carlos Gardel. Se casa con Marie, de nacionalidad francesa.
A partir de 1934 comienza a enviar su obra a los Salones parisinos (des Independants, d’Automme) y en 1947 realiza su primera muestra individual en la Galería Jean Boucher.
Poco antes había iniciado su amistad con el pintor holandés Bran Van Velde y con Antonin Artaud. En 1949 el artista Nicolas de Stäel concurre a su taller para tomar lecciones de escultura.
En 1950 el Dr. Ignacio Pirovano, coleccionista y por entonces director del Museo de Arte Decorativo de Buenos Aires, lo visita y se entusiasma con su obra. Por su mediación comienza a organizarse una exposición retrospectiva de Vitullo en el Museo Nacional de Arte Moderno de París, que se inaugura en 1952.
Recibe algunos encargos oficiales de autoridades argentinas en Francia, como el de un Monumento al General San Martín que se emplazaría en Boulogne Sur Mer y un busto de Eva Perón para la Embajada argentina en París. Ambas obras realizadas en granito gris, la primera en 1950 y la segunda en 1952, representan las dos modalidades de su trabajo. El monumento al Libertador es completamente abstracto, resuelto con dos bloques tallados más o menos cuadrangulares superpuestos, en los que predomina la horizontalidad, lo que recuerda a un altar sacrificial o una pirámide escalonada precolombina. El trabajo sobre Eva Perón es figurativo, aunque su desapego al modelo, hace que la imagen adquiera características simbólicas, alejadas de las sujeciones que impone el retrato. Las palabras del artista aclaran el sentido de la obra: “Eva Perón arquetipo símbolo. Libertadora de las razas oprimidas de América. La veo como un mascarón de proa rodeada de laureles.” Quizás haya sido este el origen de la incomprensión que demostraron los funcionarios argentinos que ocultaron la obra por años en un sótano de la embajada.
La temática que predomina en el trabajo de Vitullo, a pesar del largo y definitivo alejamiento de la Argentina, se relaciona con su geografía y sus culturas más características como la indoamericana y la gaucha. A ella responden obras como Gaucho (1937); la serie de mármoles realizados para el Monumento a Martín Fierro entre 1941 y 1945; Esfinge pampeana, El Río de la Plata y Cóndor de 1948; el tótem Nahuel Huapi (1949), el tótem Patagonia, Bagual o Gaucho en el cepo, Chola, el conjunto de nueve tallas en madera para Viacrucis del Gaucho o la Piedra tumbal a José Hernández, todas de 1951; los tótemes Malambo y Cóndor y los granitos La luna y Corazón de Gaucho de 1952.
En la mayoría de estas piezas puede encontrarse un contrapunto entre el predominio de la horizontalidad de sus piedras, muchas veces relacionado con las extensas planicies de nuestro territorio, y la verticalidad de sus tótemes, que parecen querer vencer con impulso ascensional la fuerza de la tierra. Tanto en obras figurativas como abstractas, recurre a la síntesis formal, al facetamiento de planos, derivado del cubismo, y a las deformaciones expresivas.
En 1969 se repatría un conjunto importante de sus obras, muchas de las cuales se adquieren para integrar la colección del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.