Rhod Rothfuss
Pintura Madí, 1948
				
				Lidy Prati
					Vibración A10, 1950
			 
			
				Esta actitud y los elementos puestos en juego, relacionan a este  movimiento con el diseño, la arquitectura, la máquina y la invención,  construyendo una estética que se articula en forma coherente con los  descubrimientos científicos y técnicos del momento. De esta manera el  arte responde a los requerimientos de un mundo nuevo e intenta propiciar  un entorno adecuado para el surgimiento de una organización social  armónica.
				En 1930, el artista holandés Theo van Doesburg publica en París, en el único número de la revista Art Concret,  un manifiesto de seis puntos que sienta las bases teóricas del arte  concreto: arte calculado, lógico, que estipula la concepción de la obra  “en la mente antes de su ejecución”. Presenta además La composition arithmétique,  obra geométrica ordenada por relaciones lógicas y estructuras  deductivas, que aplica el axioma según el cual “la construcción del  cuadro, al igual que sus elementos, debe ser simple y controlable  visualmente”.
				Para la misma época el artista alsaciano Hans Arp, se refiere a su  trabajo, señalando que “una pintura o una escultura no modelada sobre  ningún objeto real es por completo tan concreta o sensual como una hoja o  una piedra”.
				El suizo Max Bill, ex alumno de la Bauhaus, continúa desarrollando los  principios del arte concreto. Profundiza el método objetivo de creación  al utilizar tramas, módulos, series, progresiones aritméticas y  geométricas. En 1944 organiza en Basilea una importante exposición  internacional de la tendencia.