La imagen del presente es en un largo operativo, iniciado con un test, al que respondieron casi mil quinientas personas. Se proponía recortar de los medios gráficos imágenes propias de lo contemporáneo y pegarlas en tarjetas, acompañadas de los datos de procedencia, edad y sexo del participante. El sociólogo de la cultura, Mario Costa, en un texto del catálogo, observa que a pesar de la cantidad de imágenes referidas a eventos globales, predefinidos por categorías generales (violencia, droga, sexo, corrupción, peligro atómico, feminismo, etc.), aparece también un gran número de elecciones que reflejan “pulsiones singulares”, manifestaciones de lo insólito, luminoso y poético, que habita en el individuo.