Esta operación estética asistida se inicia cuando Zabala tropieza con veintitrés cajas de cartón, impecables embalajes de teléfonos tailandeses. Esta circunstancia lo decide a convocar a otros tantos artistas
, para que habiten con sus creaciones los 4000 cm3 de espacio ofrecido. Los resultados, tan diversos como cada invitado, dieron lugar a una exhibición de obras inscriptas dentro de una de las tradiciones del arte del siglo XX: el uso de la caja como formato capaz de sintetizar universos.