Desde formaciones de equipos de fútbol barriales, juegos de niños, celebraciones religiosas, música y cultos populares, las reuniones comunitarias en torno a las fiestas, creencias o deportes, fueron en la obra de Berni buen pretexto para estudiar de cerca no sólo las circunstancias de las clases más humildes, sino también para valorar e incluir en el gran arte acontecimientos que exaltan la vida y la esperanza. Cercanos a su propio pasado de niño pueblerino –parte de su infancia transcurrió en la chacra de sus abuelos maternos en la localidad de Roldán–, Berni rememora en estas escenas un modo de ser que parece haber quedado sólo en el recuerdo y la nostalgia, pero que todavía late en muchas localidades ajenas a los fragores de las grandes urbes, donde la vida aún conserva escala humana.