Con una pintura luminosa, de sutiles combinaciones cromáticas, el entorno rural de la chacra familiar fue el primer paisaje abordado por Berni. En Europa el espectáculo de las regiones que visitara sirvió para la práctica de los modos modernos de analizar la realidad, estructurándola de acuerdo a la lección cézanniana o a ciertas determinaciones expresivas. En los '30, el paisaje fue para Berni escenario tanto de obras surrealistas como de las grandes composiciones de temática social. Hacia 1952 protagonizó una larga serie de vistas suburbanas, muchas del interior bonaerense, casi desprovistas de presencia humana, condición que acentúa cierta atmósfera silente relacionada con la escuela metafísica. Al final de esa década trató las villas miseria con ricas texturas de cuño informalista, expresando pictóricamente la precaria variedad de elementos con que estas construcciones estaban realizadas.