Entre 1958 y 1960 Berni pintó rincones de humildes cocinas con su desbarajuste de cucharones, jarros, morteros, parrillas, ralladores, pavas y cacerolas. Azulejos blancos con guarda de grecas azules o descascaradas paredes sirven de fondo a grandes ollas –las “morochas”– donde burbujeara un puchero, el agua para los fideos o el locro de los días festivos. Una densa materia pictórica, visiblemente modelada con espátula, remeda abolladuras e inciertos residuos que accidentan las superficies de los utensilios, los cuales se adivinan idóneos en la medida de su desgaste.