Yo soy fan de Liliana Maresca. Lili murió hace ya diez años y dejó una obra artística extraordinaria que va tomando trascendencia según pasan los años. Quiero rendirle homenaje de la manera más eficaz que conozco: ejerciendo la memoria. [...]
Maresca fue un ser extraordinario. Básicamente alguien comprometido con la libertad. Y hablar de libertad viene al caso: Maresca empezó a tener gravitación en la escena del arte porteño apenas cae la dictadura, en el '83. En los primeros '80 despertamos de una pesadilla y empezamos a reconstruirnos con lo que había quedado en pie. Quizá por eso eligió, para su obra de aquellos años, materiales que encontraba en la calle, desperdicios que reciclaba y ensamblaba en esculturas y objetos que de alguna manera exorcizaban el dolor de nuestra sociedad antropofágica. Pocos artistas de estas pampas han realizado una obra tan coherente con su existencia como ella.
Podríamos decir que su trabajo era desmesurado, innovador, erótico, visceral, intuitivo. Y lo mismo podríamos decir de su vida, sus amores, su manera de hacer arte. Al mismo tiempo, conforme pasó el tiempo, su obra evolucionó desde formas más evidentes y directas a acciones más conceptuales y sutiles. Y hay otro asunto esencial: Maresca siempre apostó a las respuestas colectivas. Se sentía a sus anchas entre las