Desde fines de los 40 y comienzos de los 50, trazos más sueltos, composiciones menos restringidas por la geometría y una pasta pictórica cargada y accidentada, capaz de provocar acentuadas texturas, “ablandaron” el constructivismo de Yente. Producto de sus experiencias plásticas, una nueva concepción se abrió paso lentamente hasta que, en la segunda mitad de la década, floreció en su serie del Impresionismo abstracto que, acompañada por algunos tapices y tintas producidos en 1958, la situó decididamente dentro del campo de la abstracción expresionista. Estas obras fueron una versión heterodoxa de la gestualidad informalista realizada, sin embargo, con un cromatismo contrastado y brillante.
De 1948 son unas pinturas sobre papel en las que, sobre fondos estructurados con planos más o menos cuadrangulares, colocó figuras irregulares de contornos sinuosos organizadas en espirales de curvas abiertas.
Esta manera de componer se desarrolló plenamente en 1951 en las líricas y dinámicas pinturas que integran la carpeta
Viaje Nocturno y en los óleos que de ella derivaron. En estas piezas predominan las curvas, las diagonales pronunciadas y toda una serie de recursos que tienden al movimiento. Paralelamente la artista empleó estos ritmos en otras obras figurativas de la época, como
La pareja, la geométrica
Mujer bailando de 1950,
El hombre de la pipa (Homenaje a Boccioni) de 1952, o en los libros
El viaje, tercer volumen de
Vida venturosa de Onofrio Terrad'Ombra (1955)