El nombre y la obra de Yente –esta valiosa pintora que realiza una muestra retrospectiva en Van Riel– no han trascendido, por lo menos de modo apreciable, los límites reducidos de los medios artísticos. Una de las causas de esta circunstancia reside, seguramente en su escasa prodigalidad expositiva. Yente muestra sus obras con insistencia muy parca. Pero cada una de sus espaciadas presentaciones es un hecho que debiera señalarse por lo menos con mayor atención que la que parece concedérsele. Silenciosa, modesta, evidentemente laboriosa, Yente es una artista esencialmente bien dotada. Y substancialmente moderna si se entiende por tal la identificación de sus medios expresivos, su identificación profunda, en última instancia, con lo que podríamos llamar la visión de nuestro tiempo. La muestra que realiza en Van Riel –muy nutrida– abarca un espacio considerable de su evolución. Hay aquí obras de 1937 y de 1956. Orientadas todas dentro de la no figuración más rigurosa, revelan en la artista, el aprovechamiento feliz de las experiencias, las indagaciones y los atisbos de ciertos maestros del arte actual. Pero Yente sabe asimilar esas sugestiones, elaborarlas y devolverlas en obras animadas y singularizadas por un acento personal. Se halla presente este acento a lo largo de toda su labor y se manifiesta, con calificada persistencia, tanto en sus collages estructurales de la primera época, de tan bello y sugestivo