Hace un año, Yente expuso en la galería Van Riel de Buenos Aires una serie de curiosos collages: eran –ella misma lo dijo entonces– una forma de despedida de Buenos Aires, ya que se radicaría definitivamente en Italia con su esposo, el pintor Juan Del Prete, uno de los adelantados del arte de vanguardia en la Argentina. Sin embargo, ambos han regresado hace unas semanas, y en la misma sala de Van Riel (cuando hace treinta y cinco años se llamaba Amigos del Arte expuso allí Del Prete, por primera vez en Buenos Aires, esculturas abstractas), Yente ha presentado una serie de nuevos collages, esta vez basados en temas bíblicos.
Es interesante la forma en que Yente trabaja el papel sobre el soporte, plegándolo y arrugándolo en busca de la figura sugerida, adquiriendo el carácter de texturas vigorosas que de pronto parecen aquietarse, enternecerse en simples notaciones, que desaparecen casi en el color denso al que recurre la artista para subrayar caracteres e intenciones. Las circunstancias y los personajes de las Escrituras, convocados por Yente a través de un lenguaje de tan fuerte eficacia plástica, se revisten de una nueva y extraña significación. La natural sugestión emanada de su propio carácter es así acentuada, ahondada por una gravedad, una densidad de tono, de forma, que se corrobora más allá de la enunciación anecdótica, referencial.