Raúl Vera Ocampo: – En sus trabajos de alrededor de la década del treinta había ya en usted una necesidad y una aptitud para condensar el volumen, dentro de planos o relieves.
Yente: –Nunca me consideré colorista sino, más bien inclinada a trabajar el volumen. A pesar de que soy egresada de la Facultad de Filosofía y Letras, ninguna de las materias abarcadas por esa disciplina me interesaron como lo hizo la pintura, la escultura o los tapices.
– ¿Cuándo egresó de la Facultad?
– En 1932. Apenas rendí la última materia me fui a Chile, donde vive una hermana mía. Pensaba pasar allí unas largas vacaciones. Pero en ese momento se inauguró en Santiago de Chile la Academia de Bellas Artes. [...] fui a la Academia durante dos años.
– ¿Antes de asistir a la Academia usted ya pintaba y dibujaba?
– Sí, ya tenía bastante dominio del lenguaje plástico. Además había ido al taller de Puig, que me guió y orientó, aunque respetando mucho mi personalidad. […] me inclinaba especialmente hacia el dibujo lineal, llevada por mi admiración a maestros como Leonardo, Ingres o Holbein. En la Academia de Santiago, en cambio mi profesor, Hernán Gasmuri, seguía mucho la influencia de André Lothe [sic].