[…] Yente abandonó las concepciones de Lhote y comenzó a incluir planos que rompían el dibujo de sus pinturas. En algunas de 1937 y 1938, la línea que describe detalles fisonómicos de la figura corre paralela pero desplazada de ellos. En otras, las líneas se vuelven independientes de los planos de color que compartimentan la superficie del cuadro. Estos últimos adoptan rasgos curvados y sugieren siluetas más o menos evocadoras de cuerpos humanos o naturalezas muertas. Finalmente, al liberarse de toda anécdota, las formas flotan entrelazadas en el campo antigravitacional de un fondo uniforme. Se trata de refinados temples y óleos en los que utiliza de manera frecuente figuras lobuladas que se interceptan o imbrican en delicadas combinaciones cromáticas.
[…] estos planteos ponían la geometría al borde del colapso, porque las formas en su disposición ingrávida tendían a disgregarse, o porque eran atravesadas por grafismos que se oponían a la disciplina de un polígono o porque su misma irregularidad las volvía sospechosas de residuos figurativos, aun cuando fueran firmemente controladas por un cerco negro.
En las tintas de 1938, la masa de grafismos […] se combina de manera que provoca gradaciones y pasajes que dan sensación de volumen, impresión que refuerzan algunas zonas iluminadas con témpera blanca. Estas y la pequeña pintura de 1944, titulada significativamente