figura que resultó del cubismo) deja paso a una elaboración material precisa. Las curvas conviven con un tratamiento muy gráfico del coloreado, que abrirá lugar al espatulado y al arañazo.
La llegada del concretismo de la mano de la revista Arturo en 1944 traería nuevos problemas y nuevos amigos. Los relieves de ese período (realizados en celotex, un material blando y moldeable) introducen el tema de la distinción entre figura y fondo, que dio lugar al marco recortado. Yente se involucra en la corriente: dictadura de las líneas rectas, colores primarios. [...] El concretismo rioplatense comenzaba a definir [...] la reducción del hecho artístico a su enunciación espacial.
Pero Yente no se limitó a este programa. Su neoplasticismo más emblemático converge hacia fines de los ’40 con los arlequinados y los grafismos, indigestos para una abstracción que no toleraba las diagonales y difícilmente aceptaba las licencias cromáticas. El primitivismo táctil, los rasguños de la tela, el espatulado, la debilidad por los colores fluorescentes y el enredo de las líneas desbordan el corsé que en ese entonces representaba Mondrian, y preparan exploraciones más libres a partir de los años ’50. [...]
[...] Los tapices chorreados de pintura de 1958 introducen un tono gozoso y vibrante que se continúa en los grandes lienzos de ese mismo año. En estas obras, el proceso material de la tinta sobre el papel aparece como el gesto de sinceridad de una modernidad que ya no tiene nada que diseñar; el rosa, el amarillo, el violeta y el turquesa se entrelazan con furia en lo que podría describirse como una orgía de helados de agua. El aspecto profundamente sensorial que Yente articulaba ya hacia fines de los ‘50 deriva en un movimiento final e irónico: el “impresionismo abstracto”, rico en