Los objetos de uso llevan implícita en su forma la facultad de cumplir con una determinada función. Pero la necesidad y un poco de ingenio pueden alterarla, torciendo su destino original. Así Zabala explora, por ejemplo, la capacidad de una botella para hacer de recipiente, florero, bomba o arma cortante. También examina el cruce entre un título, un nombre notorio de la literatura y una cierta distribución sobre un estante, que hacen verosímil la metamorfosis de latas de aceite en libros.