Nicola Costantino. Peletería con piel humana, catálogo
de la presentación argentina en la
XXIV Bienal de
San Pablo, 1998
[...] Nunca dudé que quería ser artista. Desde que estaba en el colegio secundario no veía la hora de terminar, pero curiosamente no pensaba en pintura o dibujo, quería hacer escultura. Siempre decía “voy a ser escultora”.
Hice mi primera muestra en 1989 mientras trabajaba diseñando ropa para mi madre y ella estaba levantando su fábrica y emigrando a Chile con el resto de la familia. Yo no me quise ir del país. Me quedé.
Mostré “Bacanal” en Rosario. Era una gigantesca instalación con 90 muñecos flexibles, de 80 centímetros de altura, distribuidos en tres escenas. En una, puse una parte de los viejitos con expresiones alegres, encaramados en una mesa y sus alrededores, mientras comían, se emborrachaban y peleaban. En otra parte de la sala y con los rostros desencajados, algunos de los personajes formaban una procesión que se hundía en un piso de borra negra. En un tercer rincón, el resto de los muñecos estaban tomados como formando una red, con la mirada casi en blanco aguardando vaya saber qué. Alguien me dijo que parecía el Purgatorio. El poliuretano que utilicé era perfecto para el trabajo, es goma y los viejitos quedaban como con una piel humana.
No me acuerdo si fue un crítico o un artista el que señaló que los viejitos son la enciclopedia de toda mi obra, que todos mis trabajos derivaban de