través del uso corriente, le confiere mayor impacto al trabajo. Mi idea es mostrar la perversidad de la cultura. No es una obra que habla de la perversión, sino que es la propia perversión del espectador la que lo seduce y lo atrae. Uso el cadáver como algo festivo, que muestra la relación que hay entre la mortalidad y la búsqueda de placer, tanto en la comida como en el sexo. Uso la perversión de los demás y por eso muestro una imagen atractiva y seductora. No tiene que chocar. Creo que por eso siempre hay ironía, parodia. Yo quiero eliminar la metáfora de mi trabajo y por tanto siempre pongo los elementos acerca de los cuales hablo.
“Instalación de peletería con piel humana”, que presento en la Bienal de San Pablo, comprende 18 prendas importantes, la mitad decorada con pelo natural. Los maniquíes están encerrados dentro de un rectángulo de acrílico de 10 x 6 metros al que no se puede acceder. Más allá de las figuras alineadas, se ven dos grandes monitores con un video realizado por Marcos López, en donde una actriz demuestra que los vestidos son objetos de performances, que se pueden usar.
Nunca pensé que iba a representar a la Argentina. A través de esta fascinación por los cadáveres y el tema de los rituales, vi que la tradición argentina era importante en mi obra. Nosotros tenemos una historia de cadáveres que van y vienen y hasta toda nuestra comida está basada en esa cosa de puñales, sangre y carneada.