Cochon sur canapé remite a la tradición carnívora de la Argentina. Hasta hace algunas décadas, en el campo santafecino (provincia natal de la artista) todavía se decía que una comida sin carne era “típica de italianos” o de gringos. La carne asada era comida de criollos, de gauchos, y se la consideraba viril; por el contrario, los guisos y los dulces pertenecían al mundo femenino. En este trabajo, el trinomio “eros-muerte-comida” se opone con ironía a la prédica naturista y a los estereotipos contemporáneos de la salud.
[...] La piel humana separada del cuerpo posee una larga tradición en el arte. En El suplicio del juez Sisamné (1498‑1499), Gerard David representó al condenado en el momento en que los verdugos lo desollaban vivo ante la Corte. Tiziano, en El castigo de Marsias (1570‑1576), muestra al sileno inventor de la flauta de dos tubos colgado boca abajo, mientras es desollado vivo por Apolo, que está raspando con un cuchillo una de sus tetillas, mientras que otro personaje despelleja sus muslos (el suplicio de Marsias era un tema corriente en el arte helenístico). Xipe Totec (Nuestro Señor Desollado), una divinidad prehispánica de las culturas zapotecas, mixtecas y toltecas, está representado en estatuas vistiendo la piel humana de los desollados en sacrificios rituales religiosos.
En el Juicio Final, Miguel Ángel representó a San Bartolomé con su propia piel en una de sus manos (la que se suele identificar como el autorretrato del escultor). Bartolomé, uno de los doce apóstoles, de acuerdo con la Martirología Romana, fue desollado en vida. La devoción popular le atribuye el patronato de todos los oficios relacionados con la piel: carniceros, fabricantes de guantes, peleteros, zapateros y sastres.