Para Costantino, la piel simulada es una plataforma simbólica, intencionalmente ambigua, apta para aproximarse al cuerpo por una vía extraña, en la que por momentos se filtran algunas fuentes derivadas del surrealismo. Como escenario externo, las vestimentas de piel humana remiten no solo a la moda y a las sensaciones cutáneas; sin duda, abren las puertas al reconocimiento de otras experiencias olvidadas o reprimidas. La piel, a través de sus terminaciones nerviosas, proporciona información directa acerca del mundo exterior. De todos los órganos de los sentidos, dice Didier Anzieu, “es el más vital: se puede vivir ciego, sordo, privado del gusto y del olfato; sin la integridad de la mayor parte de la piel no se puede sobrevivir”. La piel tiene el 18 por 100 del peso del adulto y ocupa una superficie de 18.000 cm. Además, así como la epidermis cumple una función de sostén del esqueleto y de los músculos, el “Yo‑piel” sostiene el psiquismo (El yo‑piel, 1974).
[...] Son evidentes las referencias de las obras de Costantino a la persistente necrofilia argentina; desde el siglo XIX abundan las historias de cadáveres mancillados, violados, mutilados, robados, desaparecidos y secuestrados. Una de las más conocidas es la siniestra suerte del cuerpo momificado de Eva Perón, que luego de ser profanado, escondido en increíbles lugares y de errar por varios países, dos décadas después, fue sepultado en el cementerio de la Recoleta, de Buenos Aires, bajo toneladas de acero y cemento armado.
En 2003, Nicola Costantino se sometió a una liposucción (método para asimilar el cuerpo a los cánones de belleza de moda) con el propósito de utilizar la grasa eliminada en la elaboración de refinados jabones de tocador. El Savon de corps que finalmente produjo está integrado por un 3%