volumétricos, logrando resultados de gran sutileza y sugerencia pero de corta vida, ya que las obras se deterioraron hasta perderse. Por entonces también comenzó un análisis del mundo marino: medusas y estrellas de mar fueron elaboradas con hilos metálicos, de diferentes texturas y tonalidades.
En el inicio del nuevo milenio mostró interés en temáticas que tenían que ver con la naturaleza, la zoología y la botánica. Cortes histológicos, que bien podrían ser de especies vegetales tanto como humanas, comenzaron a conquistar las salas de exhibición. El textil se volvió sutil, precisando de una iluminación planificada para la proyección de sombras y para realzar los destellos de los hilos metálicos. Su reflexión sobre la naturaleza la condujo a la realización de muros llenos de flores inquietantes, haciendo uno al soporte con las piezas tramadas. Asimismo comenzó a pensar en instalaciones en donde los textiles se extendieran ocupando la integridad del espacio. Sin abandonar el tejido, Gai continua desafiando la ortodoxia de la técnica con sus búsquedas, equilibrando aquello que se propone transmitir con la manera de hacerlo.