A pesar del notorio lugar que ocupa Maresca en el mapa integral del arte de los 90, no hay que olvidar que la artista se da a conocer a comienzos de la década anterior, a través de un conjunto de objetos realizados con materiales de desecho. Estas obras corresponden a una etapa juvenil y no obstante merecen consideración. Son realizadas en un período relativamente extenso, entre 1982 y 1987, con una fugaz recurrencia en 1989 y presentan un perfil estético caracterizado por un neoexpresionismo a tono con las manifestaciones internacionales pero, sobre todo, muy adecuado para dar cuenta de las entusiastas efusiones que gravitan en el espacio artístico emergente tras el comienzo de la democracia. Sin embargo también contienen el sello dramático y cáustico que pone de manifiesto las angustias de muerte y exilio –exterior e interior– vividas en la Argentina durante la cruenta dictadura militar. A partir de las ruinas, de los elementos “basureros”, el reciclado es el procedimiento apto para la recuperación creativa y vital.