cosa que muestre la realidad. Porque cuando el arte sale de su contexto deja de hacer evidente lo real y deja de cumplir, por consiguiente, con la función de modificarlo.
– ¿Rescata, entonces, el rol social del artista?
– Sí. Es algo que está implícito en trabajos como el mío que se hacen sólo por amor y necesidad personal, ya que el éxito y el dinero, que podrían ser móviles del artista, en este tipo de manifestaciones no existe.
– Eso quiere decir que los suyos no son productos rentables, vendibles, ¿por qué?
– Porque muestran una decadencia que no se quiere aceptar y porque además, intrínsecamente, queremos escapar de los engranajes del consumo.
– Intentando una prospectiva, ¿cómo imagina al fenómeno paracultural dentro de unos veinte años?, ¿continuará estando fuera del sistema?
– No. Va a ser finalmente asimilado, porque si el sistema permite la existencia de algo que se escapa de él, es para inocularlo luego. Actúa como una vacuna. Esto que hoy parece delirante, no convencional, va a ser aceptado y dejará la marginalidad. Pero entonces habrá otra generación que se propondrá modificar las cosas y encontrará para ello nuevos canales. No puedo decir que carecemos de nihilismo. Leer el diario enfrenta con una actualidad que no ofrece otras alternativas. Pero existe además otra tendencia en nuestro arte, que es la exaltación de la sexualidad –que