El finado Nietzsche solía decir “yo no escribo con sangre, sólo con tinta roja” y un español, de cuyo nombre no me acuerdo, hacía una versión más carnicera del mismo asunto pero también más precisa: “En literatura la sangre sólo sirve para hacer morcillas” (morcillas, ya se sabe, es eso de improvisar un texto fuera de libreto, como esto que voy haciendo). Pero como el neurótico es el pequeño realista que todos llevamos dentro no faltará el pasante que al ver el montaje de Maresca piense que ella quiere informar sobre la realidad y diga: “Para imprimir esas caripelas, se usa una tinta que, aunque ésta permanezca oculta, viene envuelta en sangre. Realidad sangrienta que está en las portadas con nombre y apellido pero que no se ve como los n.n. ...”. Y tampoco faltará (mujer) quien observe un detalle: “Feminista además porque no me digan a mí que esa sangre en el puño de Monzón no es la de Alicia Muñiz”, y otro que agregue, para redondear: “Y el goteo, el goteo simboliza la letanía, el retintín del paso del tiempo, el de los diarios, obvio, pero sobre todo el de los días en su cárcel de Batán”. Basta.
Con el sistema pre-pizza de los artistas pop, Maresca informa sobre una información ya existente. Ella utiliza un producto de la comunicación de masas (el diario) como Lichtenstein utiliza las figuras simbolizadas en las historietas [...] debe hacer varias operaciones con el objeto: si el diario