[...] Su última obra también fue un juguete, un Pinocho de madera que Maresca había traído de un viaje a Italia. Si bien sus intenciones de trabajo fueron políticas, la obra trascendió esa frontera para alcanzar otras. El muñeco mentiroso era para Maresca el presidente Menem, pero el Pinocho inquieto que no dejaba en paz a nadie con sus travesuras era una metáfora de la vida. Detrás de las picardías estaba la pregunta por el origen, las desdichas y las heridas. Maresca montó al muñeco arriba de una montaña multicolor, y lo dibujó varias veces con colores brillantes y chillones. [...
El encuentro entre la artista plástica Elba Bairon y Maresca se produjo mientras la segunda exponía en la galería de Adriana Indik. "Siempre me sorprendió su entusiasmo por los proyectos abiertos –recuerda Bairon–, cada artista hacía su trabajo solitario, pero con ella se arma una integración muy particular. En el momento que armamos La kermesse temíamos lo que podía suceder dándole apertura a un grupo de tanta gente. Maresca los convencía y lograba cosas, para ella pero también para los demás. De toda su obra valoro mucho su idea de instalación como un movimiento de cosas, no como una mera forma de plantar objetos. En sus instalaciones sucedían cosas con la gente. La kermesse fue una instalación gigante de ella con la gente. La idea de La Conquista fue de Marcia (Schvartz), de Lili (Maresca) y mía, pero Lili fue la que puso más fuerza".