Estaban más disfrazadas por la técnica y se veía más que había un fotógrafo detrás. Ahora me interesa que se vea lo que hay adelante. Con respecto a la crueldad, yo diría que las fotos tienen una crudeza que deja al sujeto mostrarse. [...]”
Una de esas fotografías llama especialmente la atención un hombre que sólo viste medias y botines, sentado en una silla y cruzado de piernas, parece esgrimir una cicatriz vertical que atraviesa el centro de su cuerpo [...]. “Mirá –explica Rivas–, ese muchacho es un diseñador. Me pidió, en Barcelona, que le hiciera un retrato en que se le notaran las cicatrices. Yo le hice fotos como esa de la que hablás y otras en que no se nota nada, incluso está vestido. Los azulejos son los de mi cocina y están también en esas otras fotos. [...] Lo que pasa es que esa cicatriz se vuelve casi el tema de la foto, y en realidad no debería serlo. El tema es el tipo.
Borges está ciego y en mi retrato aparece como estrábico. Pero el tema es Borges, no su ceguera”.
Hay algo que Humberto Rivas busca constantemente. “Es el clima, los climas. Hago de la misma manera las fotos con personajes que las fotos con escenarios. Hasta los encuadres son parecidos. [...] trabajo con la intención de que el sujeto se muestre. Lo mismo me pasa con los escenarios, con las casas, con las esquinas. Elaboro técnicamente mi trabajo pero no hago nada para que se diga 'mirá que bien está puesta la luz' o algún otro elogio de destreza, toda la técnica me parece válida, aunque a mí no me interesa”.
Como pintor que fue, Rivas no deja de establecer conexiones entre las artes plásticas y la fotografía. “Me interesa muchísimo la pintura. Pero me gustaría que la fotografía esté