[...] La transformación del travestido hasta la desnudez puede servir de paradigma de cómo, mediante una profusión técnica, la fotografía de HR se dirige hacia el despojamiento, hacia una des-fabricación de la realidad. Dirección que contrasta con la proliferación y yuxtaposición de imágenes y discursos típicas de la condición postmoderna. Hay, pues, una serenidad clásica en su visión fotográfica. No el formalismo, el aireo de una técnica impecable, preciosista. Para HR, el estilo no lo determina esa factura, sino el punto de vista. Así, en sus fotografías, puede descubrirse el mismo propósito que animaba a Man Ray: distraer la atención en la destreza manual para que la idea se imponga. Para que el observador no se quede con el cómo, sino con el porqué. Un objetivo de todos modos difícil y punto menos que imposible.
Equilibrio, desde el que afloran la tensión y la dramaticidad, retratadas desde una posición alusiva: HR, en lugar de fotografiar la vida humana recién nacida, realiza el retrato de la mujer embarazada. En lugar de retratar el cadáver, capta lo que se encamina hacia su estado de muerte. La vida y la muerte, pero sin tratamiento romántico, y mucho menos expresionista; sólo con un tacto que podría tomarse como préstamo de una sensibilidad oriental, la misma que impregna la imagen de la espuma de mar pulverizándose contra las rocas: una perfecta aguatinta zen.