“Un hombre simple, generoso y bueno” dijo Juan Travnik frente a un auditorio colmado de público, y se interrumpió en llanto. Siguió un silencio respetuoso y ahogado. Adriana Lauria, curadora de la muestra Humberto Rivas, Antología Fotográfica 1967-2007, tomó entonces la palabra para continuar el homenaje que había reunido también a Adriana Lestido y a Luis Felipe Noé en el Centro Cultural Recoleta.
Se cerraba así la mayor muestra en Buenos Aires del multipremiado autor argentino, residente en Barcelona desde 1976 y fallecido en 2009. [...]
El relato hilvanado por Adriana Lauria en la Sala Cronopios puso las cosas en su lugar como lo hubiera hecho el propio Rivas, que no hizo otra cosa en su vida como fotógrafo. Retrató los espacios, principalmente muros y cuartos vacíos. Y registró los rostros como si fueran paisajes lunares. La no-expresión llevada al límite, el profundo compromiso con el tema que se trenza con una enorme distancia del sujeto.
El resultado es el silencio. “Un silencio que grita”, dijo Noé durante el conmovedor homenaje. Y agregó su teoría acerca del magnetismo de las fotos de Rivas: “Él tenía un ojo detrás del ojo. Una mirada detrás de la mirada”.