particular figuras femeninas y bodegones– continuó presente a través de los contornos de planos de color que se sitúan como un conjunto de zonas yuxtapuestas –
Sin título (1937),
Composición (1938)–, o es definida por líneas que diseñan claros contornos de rostros y cuerpos, aunque las parcelas coloreadas tengan una total autonomía respecto a las representaciones en que están insertas (
Figura, 1938). En este sentido, resulta interesante comparar la relación entre dos pinturas de 1937 en las que predominan las formas lobuladas, afines a las bioformas de Hans Arp en las que seguramente están inspiradas. En una de ellas se distingue un torso de mujer elaborado por medio de una grafía –
Sin título (c. 1937)–, y en la otra –
Composición curvilínea (1937)– simples planos se interceptan, transparentan y reúnen, amalgamándose en una sola forma abstracta que flota sobre un fondo neutro, una suerte de “campo antigravitacional”.
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A pesar de estas distinciones sus semejanzas formales y compositivas son evidentes.