En febrero de 1953 los Del Prete se trasladaron a Génova, ciudad elegida como base de operaciones ya que allí podían residir en casa de la hermana de Juan. El propósito de esta travesía, lo mismo que la siguiente a Italia y Francia –agosto de 1954 a enero de 1955–, fue retomar la carrera artística internacional de Del Prete, suspendida en 1933. Ambos fueron viajes de trabajo, estudio y exposiciones, en los que Yente se desempeñó como soporte y asistente,
razón por la cual, quizá, casi no se conservan obras de estas fechas, excepción hecha de
El viaje, libro que compendia, parodiando los hechos, los itinerarios recién concluidos. Sin lugar a dudas, la visión directa del expresionismo abstracto –en pleno auge a ambos lados del Atlántico– la animó a desarrollar sus experiencias.
En 1956 realizó
Nocturno, un óleo abstracto que evoca un paisaje urbano poblado por edificios de alto, que recoge las irregularidades y la gama de azules y verdes con que venía trabajando. Con esta pieza la artista participó, al año siguiente, en la Bienal de San Pablo. Pero la atenuación del rigor compositivo y una materia cada vez más densa, lograda con brochazos evidentes o por medio de la espátula, fueron recursos que se acentuaron a medida que la década avanzaba. Pueden apreciarse en varias obras de 1957
y alcanzan su cenit en la primera pintura del ciclo
Impresionismo abstracto, también realizada en ese año. Allí, a la luminosidad de los planos de color que organizan el fondo, superpuso sistemáticas pinceladas que erizan la superficie, aun sin constituir las