Yente se sirvió del collage desde temprano cuando, en 1938, realizó la primera versión de su
Libro de Navidad, que no ha llegado hasta nosotros.
El uso de materiales extrapictóricos se continuó en
Circo (1941),
La comedia italiana (1942) y
Petrushka (1944) donde piolines, que hacen las veces de líneas, procuran contrapunto a los planos pintados. Con el correr del tiempo incorporó la arpillera, recortes de cartulina, fragmentos de telas, papeles pintados y pegados, incluso en algunas composiciones no-figurativas de los años 40. También, aun cuando no corresponden a una acepción estricta del término, en 1948 el poeta y teórico Edgar Bayley clasificó como “collages geométricos” a los relieves que la artista hacía ensamblando maderas y material aglomerado. También se valió de esta expresión para referirse a algunas experiencias que los concretos y otros creadores independientes –Yente entre ellos– llevaban adelante para independizar las formas coloreadas del soporte.
Si bien el montaje de elementos dispares fue retomado en los relieves abstractos de 1961 –el que pertenece al Museo de Israel en Jerusalén, por ejemplo–, en adelante el collage se volvió un recurso que dominó la realización de sus composiciones figurativas, que combinaron la pintura con diversos elementos cuya variedad se fue enriqueciendo con el tiempo.
Estos materiales, como los fragmentos de textiles utilizados también en estos años,
generalmente tuvieron connotaciones autobiográficas. Así la