artísticas, constituyen un cambio considerable, que no hay que subestimar.”
Parafraseando a la filóloga alemana, se podría afirmar que en esta época Yente realizó un “discurso de mesita de noche”, con los materiales que podía manipular en ese rincón. Se convirtió, un poco por necesidad, pero sobre todo gracias a su agudo ingenio, en una recicladora doméstica que utilizó lo encontrado y atesorado por sus aptitudes formales y expresivas, pero también por la carga emocional que podía transferirle a las obras. En este sentido las series plasmadas en esta época se relacionan con lo visto y admirado en los viajes europeos, fueran monumentos o arquitectura –Recuerdo de Assisi (1964), Visita a San Pedro (1967)–, paisajes –Riviera Liguria (1963)– o las novedades de la vida moderna –La TV. Personaggi musica leggera, Mujeres del mundo (1968).
Distintos aspectos de este último tópico emergieron de fotografías recortadas de revistas de circulación masiva en la época, cuya profusión de imágenes a veces superaba en “centimetraje” el lugar reservado a los textos. Su calidad y variedad llamó la atención de Yente, pero también despertó su curiosidad el mundo por ellas trasuntado, donde ganaban territorio los medios de comunicación masiva –La TV. Teleromanzi (1967)–, la moda –L'estate (1967)–, la cultura juvenil –Visita a un museo moderno (1968)–, o se ensayaban curiosas –ya que no inéditas–