ser el centro del mundo y permanecer oculto al mundo[...]”, y de detectar cada cambio con “
su ojo de águila”.
Seguramente algunas de las agudas observaciones recreadas en estas obras, fueron también transmitidas en las innumerables cartas que Yente intercambió con sus allegados durante sus viajes, correspondencia también integrada en varias de estas piezas. Fue una manera de incorporarse íntimamente al relato y, a la vez, un ingenioso ardid para aprovechar con verdadero sentido plástico, esos papeles, sobres y estampillas que hacen alusión a la travesía y la distancia, residuos que su marido reclamaba que arrojara a la basura.
En
Ciudades de Italia, aparte de mostrar obras que se refieren a diversos aspectos de Roma, Génova, Brescia, Verona, Asís y Venecia, incluyó una corta serie dedicada al Juicio Final, donde combinó, como otras veces, collage y pintura. En este caso en particular, se sirvió de los recursos expresivos propios del papel rasgado a mano y arrugado al plegarse. Las escenas de juicio y condenación –
El día del Juicio Final. La resurrección de los muertos e I dannati. Serie Giudizio Finale (1964)–, tienen mayor carga dramática y un clima más sombrío que contrasta con las coloridas y luminosas composiciones dedicadas a los salvados –
El Juicio Final. El cielo de los Bienaventurados y
L'Isola de Beati. Giudizio Finale (1964). En un díptico del Museo Castagnino+Macro de Rosario, que forma parte de esta serie –probablemente
Los que juzgan, según la lista del catálogo–,
sobre un fondo oscuro se desarrollan, en registros superpuestos,