subsisten fantasmagóricos y agobiados personajes realizados con piolín tejido. A la opresiva situación espacial y precariedad corporal, se suma la coloración blanca con la que cubrió toda la obra que alude a la lividez de la muerte. Es llamativa la coincidencia de los inhumanos habitáculos aquí plasmados con los que poco después se instrumentarían en sitios clandestinos de detención argentinos, como el del Casino de Oficiales de la ESMA.
Sabemos por referencias periodísticas que también en esta exposición presentó
Árbol solo,
realizado en 1976, del que se destaca el uso de la arpillera aplicada en girones semejando las rugosidades del tronco y cargando a la obra de angustiosa expresividad, a pesar del azul del cielo y del verdor del follaje. El motivo del árbol aparece en tres trabajos más:
Dorado otoño,
Nuevos brotes, ambas coetáneas de la primera, y
Troncos de 1980 ya analizados, en los que es interesante el papel que juegan los fragmentos de telas.
Es casi seguro que otras obras ejecutadas entre 1974 y 1976 participaron en la muestra de Van Riel. De lo que tenemos certeza es que volvieron a formar parte de la realizada en 1980 en la Galería Sarmiento.
Tiempos sombríos fue su título que también quedó asociado a algunas de las piezas.
El tema es el mismo: lo incontrolable de la violencia –
Tiempos sombríos. Estallido (1974)–, las masacres que provoca –
La invasión