Grupo Escombros
Pancartas I, 1998
Grupo Escombros
Arte en las ruinas, 1989
Grupo Escombros
Ciudad del arte, 1989
Grupo Escombros
Agua S.O.S., 1990
Grupo Escombros
Crimen seriado, 1995
Grupo Escombros
Limpieza de un basural
1995
Hacia finales de la década, en medio de la hiperinflación de los últimos años del gobierno de Alfonsín y en el preludio del menemismo, se gesta el grupo Escombros, “artistas de lo que queda”, integrado por creadores de la ciudad de La Plata como Luis Pazos, Héctor Puppo, Horacio D’Alessandro, David Edward, Juan Carlos Romero y Teresa Volco.
Su primera acción consiste en una manifestación callejera con fotografías que muestran a personas abandonadas en entornos naturales y semiurbanos (Pancartas I, 1988). Al año siguiente inauguran el Centro Cultural Escombros en una calera dinamitada de Ringuelet, cerca de La Plata, con la muestra Arte en las ruinas (1989), para la cual convocan a los artistas con la siguiente propuesta: “Generamos nuestra propia institución. Una institución donde ningún artista necesita presentar el curriculum para ser parte de ella. En el Centro Cultural Escombros, un artista, reconocido o no, puede realizar su centésima exposición o la primera. La única tarjeta de presentación es su voluntad de crear, su capacidad de imaginar, su decisión de ejercer la libertad. Una institución que nacerá y morirá ese mismo día”.
Al finalizar el año fundan la Ciudad del arte (1989) en una cantera abandonada de Hernández, en las cercanías de la Ciudad de La Plata. El objetivo es crear un ámbito de expresión libre en el que confluyan todas las disciplinas, sin curadores ni revisores. Para esto, dividen el espacio en parcelas que se entregan por orden de llegada. La organización, grupal y descentrada, evita todo marco institucional o coercitivo que regule las actividades del encuentro. El lugar elegido es una zona industrial desactivada, un resto social improductivo; sin embargo, con su intervención, el grupo recupera su productividad pero ahora en otro terreno, el artístico. Gran parte de los autores que responden a la convocatoria son ajenos al circuito institucional del arte, como también lo es el público asistente. Su importancia excede el campo estético, proyectándose en el comunitario.
En 1990, organizan junto a Greenpeace una jornada sobre reciclaje. En este marco, construyen una pirámide con residuos y embotellan agua del Riachuelo creando su primer “objeto de conciencia”, Agua S.O.S. (1990). Estos objetos buscan promover en el espectador una reflexión sobre problemas sociales que lo involucran. Ese mismo año participan de las XI Jornadas de la Crítica con la instalación performática Animal peligroso (1990), una jaula con un cartel que describe las características del artista latinoamericano, en cuyo interior los integrantes del grupo realizan grabados que regalan a los paseantes.
Gran parte de las actividades de Escombros no se realizan en instituciones artísticas. Incluso, muchas de ellas apenas pueden ser consideradas estéticas. En 1994, por ejemplo, entierran a un perro muerto abandonado en la Ruta 11 (Perro N.N.), según la consigna “Toda forma de vida tiene derechos”. Sin embargo, en un país atormentado por la memoria de treinta mil insepultos la acción no deja de tener repercusiones altamente significativas. En 1995, remueven los desechos de un basural (Limpieza de un basural), pintan una construcción destinada a funcionar como taller-escuela de un hogar para chicos de la calle, y organizan la acción de conciencia Crimen seriado, en la que convocan a la gente a intervenir sobre los árboles del bosque de La Plata con vendas ensangrentadas que llaman la atención sobre el descuido e incierto destino de ese lugar. En todas estas proposiciones, el Grupo Escombros pone a prueba los límites de aquello que puede ser considerado o no artístico, apostando por una producción cercana a la vida y las personas.