Entre 1965 y 1967 Distéfano perfecciona sus pinturas-relieve. Se alternan los soportes cuadrangulares –donde los volúmenes comparten con la pintura, el diseño de las formas (Tríptico, Cabalgata)– y aquellos cuyos límites definen a las figuras (Hombre de lunes), aunque a veces la policromía aplicada agregue datos a la fisonomía de los personajes, no comprendidos en los contornos ni en el modelado de volúmenes (Todos los días; Ranas en la cabeza). El color se intensifica, la gama es más estridente. Controla su aplicación en superficies tersas, gradaciones precisas y planos lisos que sintetizan y amplían el espacio. Éste parece generarse en la misma dinámica de las figuras, a veces violenta (Lucha), amenazante (Crónica policial, El perro del hortelano) o directamente agresiva (Tres versiones). El cuidadoso acabado, el color llamativo y la claridad formal son recursos que parecen haberse transferido del lenguaje gráfico y que da a estas obras una apariencia cercana al Pop Art, aunque su temática corrosiva las vincule más con el Shocker pop y con el nuevo realismo crítico.