digamos, para una palabra, y la operatividad general del campo proviene de esas acepciones, yo tengo que inaugurar la posibilidad de que existan otras acepciones “ilegales” para a su vez generar que en vos, en aquél, en otro, la cadena de resonancias se multiplique; entonces se amplía el campo, se enriquece el sentido. Es como una utopía; una vocación de trabajo no sólo con y contra el diccionario sino con y contra la palabra, el espacio, los límites del objeto y de la pintura, el dibujo...
E.S. - Lo interesante es tu capacidad de generar también en el espectador la inquietud de crear una lógica propia aunque más en términos de convivencia con la pieza que de toda posible interpretación. Me parece que vos proponés, en este universo eliano, una suerte de lógica paralela que muchas veces excede incluso tu control autoral y que propone un sistema de resonancias analógicas en el espectador. Un universo que parece apoyarse en una Ley pero que en realidad es su propia Ley; es una Ley en sí mismo. Me parece que la legalidad de tus piezas es anómala, excéntrica. Y legalidad se parece a legibilidad...
R.E. - Hay una mecánica permanente, que es la utilización de objetos digamos naturales; una instancia donde el objeto tiene que tener un punto muy preciso de entidad neta, de claridad en sí mismo, de manera de que, al ser transformado, o combinado con otros para elaborar un tercer objeto, esa nota muy clara pueda mantenerse también en esta nueva factura, otra