en una escenografía negra, rebatida, y trabaja no sólo con el anómalo sonido de piano de ese pianito sino con la alteración mecánica del mismo sonido. Y obtiene un gran efecto abstracto que es resultado de haber examinado o investigado con la plena conciencia de la materialidad de ese objeto, del sonido que ese objeto produce, incluso del efecto que sobre la perceptividad del sonido tiene la materialidad visual de la escenografía.
E.S. - En tu obra, es notable el uso de elementos simples y cotidianos, como el broche o el bloquecito del azul para la ropa, esos que de tan cotidianos desaparecen, pierden materialidad, presencia; son puro uso. Cuando vos los utilizás, recuperan una suerte de materialidad primera, primitiva si se quiere, como si se recreara, se recuperara la idea de quién los fabricó. Uno ve tu broche y es como ver la idea primera que tuvo alguien de poner dos maderitas simétricas unidas por una bisagra de metal y que eso sirviera para sujetar algo.
R.E. - La cosa es así: estás en el mar. Como cualquiera. Y levantás una piedra, esas que el mar arroja, como un canto rodado. Hay ahí un punto de encuentro justo, de acoplamiento, del trabajo del mar, de esa piedra trabajada por el mar, con la mano, donde esa masa informe y salvaje que es el mar produce un objeto que impone una atracción, un magnetismo, la relación de un cierto orden evocado por el acople sensible con la mano. Y el tema es así: la soltás, o no la soltás. La volvés a tirar, o te la llevás.