[…] Sucede que, a veces, el campo general está en un momento de la historia personal de cada uno en que se achica, porque empieza a hacerse necesaria la especialización, la más cruda practicidad. Y así, hay toda una franja, otro territorio, que se abandona y se excluye. Y a mí me interesa superar el muro de contención que normalmente nos separa de esa zona excluida y trabajar ahí.
[…] E.S. - ¿y todos aquellos trabajos con la silueta del ave, del ave que era la silueta quemada, y los quemados...?
R.E. - Resulta que de pibe coleccionaba estampillas con imágenes de animales, y cuando empecé a dibujar dibujaba en ese tamaño, en formato pequeño, tamaño estampilla. No sabía dibujar más grande. Pero un día quise hacer un trabajo más elaborado con la imagen de un pájaro, y entonces descubro una estampilla de un pájaro volando, le marco la silueta, la recorto...pero entonces se me ocurre calarla en metal. Y con eso me pongo a estampar sobre las hojas de esas libretitas de anotaciones, tipo almacén; calentaba el pájaro al rojo y quemaba las hojas con esa estampa, todas las hojas juntas, una arriba de la otra, de manera que, al separarlas, en las primeras quedaban los quemados más nítidos de la silueta, que paulatinamente se iban apagando, desapareciendo, en las hojas siguientes. Así que no se trataba solamente del vuelo representado en el espacio físico, fijo, de una hoja, sino del vuelo a través de varias hojas, un vuelo que iba desapareciendo del campo visual, un vuelo de