Fue a finales de los años 80 cuando comenzó a estudiar pintura en el taller de Claudio Barragán, aunque pronto sintió que este lenguaje la limitaba. Por entonces se produjo en su obra un desplazamiento desde la pintura abstracta hacia la figurativa. Este cambio dio como resultado trabajos en los que aparecen temas que más tarde remitirán a sus primeras piezas textiles: la cuestión del cuerpo y el tejido a crochet. La anatomía se hizo explícita, Gai no quiso olvidar sus estudios de biología y exploró cómo unir ambos mundos, es decir arte y ciencia, en una obra con características propias.
A principios de los ’90 la artista ingresó al taller de Juan Doffo. Allí tomó contacto con otros materiales y objetos. Al poco tiempo estudió con Jorge Macchi, ese fue el momento en que sobrevino el cambio: “El crochet apareció un día al abrir unos placares y encontrar cosas que había tejido cuando tenía doce años. Ahí supe que había encontrado mi material. Entonces tiré los pinceles y me dediqué a las agujas. Primero bordé, luego ya comencé a tejer.”
Si bien expuso desde 1991, fue con su participación en el premio Braque dedicado al objeto, realizado en 1995 en la Fundación Banco Patricios, que alcanzó la madurez de un lenguaje, llevado a cabo por medio de las artes de la aguja. La serie Almohadones es representativa de este momento. La relación entre estas técnicas y el organismo humano –tanto en su